11 septiembre, 2006

Quisqueyanos

Los dominicanos son gente maravillosa, sumamente divertidos, soñadores, apasionados y un tanto ingenuos. Es de esa ingenuidad que quiero hablarles ahora, a propósito de un par de anécdotas, entre muchas, que viví con mis amigos quisqueyanos.

El año pasado tuve el privilegio de conocer a dos dignos representantes de la mitad oriental de La Española[1]; no ocuparé mucho tiempo en descripciones personales, bastará con decir que eran una exquisita rubia de pelo bueno y un morenazo de pelo malo. A él, lo conocí en Cuernavaca y a la rubia, en Oaxaca durante un viaje que realicé al querido país azteca.

Cuernavaca de Morelos es un pequeño Edén, entre otros tantos lugares paradisíacos que tiene México. Su eterno clima primaveral es propicio para las actividades al aire libre… Después de un par de semanas allí, quizás no les parezca extraordinario que un altiplánico acostumbrado a abrigarse en verano haya sentido la necesidad imperiosa de refrescar su retostado pellejo en agua. Así que les propuse a unos amigos, la mayoría extranjeros como el moreno: “¿Y si nos vamos a la playa el fin de semana?”. Asintieron, y nos pusimos a hacer las averiguaciones correspondientes.

Nos recomendaron Acapulco (Pacífico) y el Puerto de Veracruz (Atlántico), ambos a unas cuatro o cinco horas de distancia, por tierra, de la ciudad en la que estábamos. Nos parecieron sugerencias maravillosas a todos, menos al moreno quien refunfuñó: "¡Semejante viaje para ir a bañarse! ¡Donde yo vivo nada más es subirse al coche, y en quince minutos estás en cualquier playa!". Supongo que es sencillo afirmar eso cuando vives en una isla bañada por el Atlántico y el Mar Caribe. ¡Cuernavaca está situada en el centro de México!

Se necesitarían varias decenas de páginas para relatar mis anécdotas con la dominicana; pasamos mucho tiempo juntos, no sólo en La Verde Antequera… tal vez me anime uno de estos días. Mientras tanto les contaré sobre la vez que visité el Cerro de los Saltamontes con ella.

Chapultepec (del nahua chapolin, saltamontes) es uno de esos refugios particulares que sólo el DF puede ofrecer a sus visitantes. Está rodeado por un bosque poblado de ahuehuetes ancianos, tiene un gran lago, varios manantiales; y una serie de edificios culturales, recreativos e históricos, además de ruinas prehispánicas, se encuentran en él. Entre esas ruinas destacan los Baños de Moctezuma, obra maestra de la ingeniería mexica que formaba parte del sistema hidráulico de Tenochtitlán.

Y bien, más o menos hace once meses paseábamos por ahí, por los Baños, y mientras el guía explicaba todos los detalles históricos, ingenieriles, etc. mi amiga, absorta en el nombre de las ruinas, me susurró al oído: "Oye, ¿entonces Moctezuma vivía en el DF o sólo venía a bañarse aquí desde Tenochtitlán?". Me pareció una afrenta… Pero en lugar de reclamarle me reí tanto que no pude hablar por unos minutos. Por supuesto, se enojó mucho conmigo y me advirtió: "Te burlas... Está bien. Mira que cuando no puedas contestar cuántos países tienen el orgullo de ser el origen de la bachata, yo me reiré de ti". Y volví a reír.

Espero verlos pronto, queridos quisqueyanos; muchas anécdotas, nos esperan.


[1] Siendo precisos, República Dominicana ocupa dos tercios de la isla

1 Comments:

At septiembre 13, 2006 4:56 p. m., Blogger La Bolivie said...

Gratas vivencias las que tuviste, gracias por compartirlas.

saludos

 

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